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jueves, 21 de julio de 2016

Capítulos 48, 49, 50 y 51

Capítulo 48

En algún lugar del bosque

Shadow despierta entre toses.
Cuando todos se separaron para buscar a los dos que se fueron, él siguió al sargento Blood y vio como un dardo salió de la penumbra para clavarse en el cuello de éste. Se agazapó entre las altas hierbas, hundiéndose en la tierra. Vio cómo la chica morena entraba en cólera desatando el caos. Aquella muchacha trajo el infierno al mundo. Pronto, perdió la conciencia debido a la inhalación de humo. No murió por el simple hecho de estar acostado en el suelo y parcialmente cubierto por una manta vegetal.
Ahora recuerda todo con una claridad asombrosa. Se pregunta cómo es que esa chica, Lyx, ha sido capaz de prender fuego al bosque. De repente, se da cuenta de que no tiene tiempo de pararse a reflexionar. Los ha perdido y tiene el presentimiento de que la princesa Rothian no tardará mucho en reunirse con sus compañeros.

Capítulo 49

Despierto y un dolor punzante atraviesa mi nuca provocando que ponga una expresión muy poco favorecedora. Abro los ojos aún presa de una cierta sensación de mareo y frente a mí hay un semicírculo formado por habitantes de esa pequeña aldea, a simple vista no parecen ser más de doce de distintas edades aunque casi todos ellos parecen ser aún adolescentes, todos son hombres. Muevo lentamente la cabeza y soy vagamente consciente de que estoy atada a una cama idéntica a la que sostenía los cuerpos de mis amigos. El primero en darse cuenta de que he despertado es Nash.
-Vaya, aralia testaruda, eres la primera en despertar. Estaba empezando a aburrirme de esperar.
El joven hace un gesto con la mano izquierda para que sus compañeros les echen un gran cuenco de agua en la cara a mis amigos. En cuanto los oigo toser y despertar soltando maldiciones, me relajo un poco: al menos no están malheridos.
-Bueno, aralia...- comienza Nash.
-No soy de Arala. Ya te lo he dicho.- digo cortando a nuestro “anfitrión”. Por la seguridad y autoridad que desprende, o mucho me equivoco o él es el líder de esta sociedad. De hecho, al menos a simple vista, parece de los mayores, calculo que podrá tener veinticuatro o veinticinco años.
-Bueno, si no puedo llamarte aralia, dime tu nombre.
-Soy Lyx y, sinceramente, estoy un poquito cansada de que nos golpeéis y de despertar presa.
-Exacto, somos señoritas, ¿acaso no tenéis modales?- añade Neldrey con tono pomposo.
-Os tratamos a ambas con cierta caballerosidad al encerraros en las jaulas sin dañaros. Privilegio que habéis desperdiciado al escaparos. Y eso que te lo advertí, aralia... quiero decir, Lyx.
-¿Quiénes sois?- el tono lastimero de Jake muestra su agotamiento físico y psíquico.
-Jake, cariño, qué te han hecho- susurra Neldrey intentando zafarse de sus ataduras sin éxito.
-¿Quiénes somos?- Nash me mira y sonríe. Recuerdo que me dijo que todo pryorano sabe quiénes son y qué es este sitio. El no saberlo confirma el hecho de que somos aralios. Ya nada se puede hacer, al menos, aunque nos hayamos descubierto, sabremos de una vez dónde estamos.
-Son los bastardos del Rey- la voz fría y dura de Flair hace que Neldrey baje la cabeza, ella también lo sabía pero no dijo nada.
-Exacto. Somos todos bastardos del Rey.
-¿Por qué solo hay hombres?- pregunta Ishtral. Su voz suena cansada pero me reconforta oírla de nuevo. Más de lo que jamás admitiré.
-Porque, según la ley, solo pueden reinar hombres. Si queríamos sobrevivir debíamos huir de La Capital. Sus hijas podían quedarse, de todas formas, están destinadas a prostituirse y a vivir en la miseria. La Guardia Real se encarga de ello.
-Sois una amenaza para el Rey, ¿no? Si os alzárais podríais optar a gobernar y eso no puede ser, imagino- digo yo empezando a comprender la situación-. Por eso os habéis confinado aquí, en esta aldea de bastardos, de exiliados, de repudiados. No vais siquiera a intentar luchar por vuestro futuro.- mis palabras destilan amargura y, por qué no, asco ante tal pasividad y resignación.
Nash me mira fijamente, con ira contenida. Se acerca a mí y me agarra la barbilla con sus dedos.
-¿Quién te crees que eres? ¿Acaso piensas que solo somos doce? Hace dos meses éramos treinta. Dejamos aquí a seis, los más jóvenes, y el resto intentamos infiltrarnos en esa ciudad maldita y podrida hasta sus cimientos. De todos los que fuimos solo volvimos nueve gravemente heridos y por desgracia otro ha muerto recientemente, aunque eso tú ya lo sabes. No vuelvas a dar por supuesto algo, aralia. La próxima vez te prometo que te arrancaré la lengua.
-No te atrevas a tocarla- la voz de Ishtral suena amenazadora.
-Blood, ésto no es de tu incumbencia- digo intentando que Nash no enfoque su ira hacia mi amigo. He sido yo quien lo ha provocado y no voy a permitir que lo pague con los demás.
Creo que el sargento capta mis intenciones y guarda silencio. El joven aún agarra mi cara y no aparta sus pupilas de las mías. Forjo una máscara de indiferencia, dura como una roca, no quiero dejar que él sepa si tengo miedo o angustia. No quiero que note que me tiembla levemente el labio inferior. Aquel joven que parecía tan pacífico cuando habló conmigo en mi jaula ahora daba muchísimo miedo. Su transformación es casi tan horrible como la mía, aunque al menos no creo que él mate a una persona...
-Desatad a ésta y llevadla a mi cabaña.- dice mientras suelta bruscamente mi barbilla.
-¿Qué quieres de ella?- Ishtral vuelve a agitarse en sus ataduras. El resto de mis amigos también alzan la cabeza y miran al joven con odio.
-Si le haces algo...-añade Jake.
Nash, por respuesta, únicamente mira despectivamente a todos y se gira, caminando con paso seguro y gran parsimonia hacia el nivel más alto. El lugar del líder.
Intento morder a uno de los guardias que me sostienen. Pienso que de un momento a otro oiré la llamada de la araña para volverme loca, como de costumbre. Sin embargo, nada de eso sucede, creo que mi mente aún es demasiado consciente de que soy una asesina y no está dispuesta a dejarse vencer tan fácilmente otra vez.

Capítulo 50

A pesar de mis esfuerzos por deshacerme de las manos que me sostienen, no consigo liberarme y me veo arrastrada hacia la cabaña de Nash. Me empujan con fuerza tirándome al suelo y cierran la puerta. Puedo ver a varios jóvenes apostados frente a las ventanas e imagino que los que me han traído aquí se han quedado junto a la puerta. No puedo escapar.
Miro la habitación. Una enorme mesa de madera ocupa el centro de la estancia rodeada de sillas arañadas y desgastadas. Las paredes están adornadas por unos dibujos hechos con gran habilidad. Todos ellos muestran a muchachos haciendo tareas como cazar, cocinar, construir chozas o puentes para unir las plataformas. Hay también ilustraciones de festejos, se les ve a todos muy felices a pesar de su situación. Noto una punzada de dolor al relacionar esos jóvenes rostros con los fallecidos en aquella misión de la que me habló Nash y, sobre todo, siento mi corazón desgarrarse al ver el dibujo del joven al cual estrangulé en el bosque y reduje a cenizas. En la imagen estaba devorando un pedazo de carne como si nada en el mundo pudiera perturbar su tranquilidad. Me propongo no llorar pero antes de poder hacer nada, las lágrimas ya corren por mis mejillas sin posibilidad de pararlas. “Lo siento” pienso mientras rozo con los dedos húmedos el inocente rostro de ese chico, “de verdad, lo siento...”
-Sabía que no eras una asesina.- la voz de Nash me despierta, me seco las lágrimas con la manga de la blusa y me pongo en guardia preparada para pelear si fuera necesario.
-No estés tan seguro. Si quisiera te calcinaría en cuestión de segundos. Déjanos libres a mí y a mis amigos.
-No, no lo harías. ¿Te apetece algo de beber?
-Tienes que estar bromeando. ¿He matado a uno de tus hermanos y me invitas a beber algo? Tienes unos cambios de humor preocupantes.
-Eso lo dice una pirómana desquiciada, ¿no?
-Oye, cuidado con lo que dices.- alzo el dedo índice en su dirección intentando imprimir algo de autoridad en mis palabras aunque ese chico me desconcierta, no sé bien cómo actuar ante él. Es una persona extraña.
-¿Quieres hablar o no? Siéntate.- su tono no deja lugar a dudas. Obedientemente, aunque maldiciendo entre dientes, me siento y acepto un vaso de una extraña bebida de color verdoso.
-Está hecha con extracto de fitrúcea.-me aclara él.
-¿De qué?
-Una planta de estos bosques. Tiene un sabor muy dulce. Tranquila, no voy a envenenarte, eres demasiado interesante de momento.
De momento”. ¿Eso significa que si dejo de resultar entretenida se deshará de mí y de los demás?
-Entonces, para que me quede claro, sois todos hijos bastardos de Rey y no podéis salir de aquí porque os matarían, ¿no?
-Exacto.
-Pues me parece que ese Rey vuestro está obsesionado con cierta parte de su anatomía...
-¿”Vuestro”? ¿al fin admites que no es tu Rey? ¿Significa eso que eres aralia?
-Como si no lo supieras.- admito finalmente dándome cuenta de lo estúpido que es seguir con una mentira que nunca se creyó.
-Bien, parece que poco a poco voy consiguiendo algo de cooperación.
-¿Cooperación? ¿Qué quieres de mí?
-Saber qué hacen unos aralios aquí. ¿Vais acaso a atentar contra el Rey?
-No.
-Lástima, me encantaría ayudaros si fuerais a hacerlo.
-¿Cómo sé que no mientes? ¿Que no vas a ir corriendo a tu Rey para decirle todo sobre nosotros a cambio de asegurar el bienestar de tus hermanos y el tuyo propio?
-Porque tanto mis hermanos como yo preferimos morir a arrastrarnos ante ese monstruo.-Su tono de voz era arrolladoramente sincero. No iba a hablar de nosotros con el Rey.
-De acuerdo... puede que nos dirijamos a La Capital y que nuestros planes incluyan al Rey, pero no pensamos en asesinarlo.
-Bueno, eso es que aún no lo conocéis lo suficiente.
Sonrío levemente ante su respuesta. Se nota que quiere que me sienta algo más cómoda.
-Yo... lo siento mucho Nash.
-¿Por hacerme enfadar antes?
-Por matar a tu hermano.- mi voz se quiebra y se crispan mis manos. Él me mira fijamente y el ambiente se tensa momentáneamente.
-Cuando mis hermanos te trajeron inconsciente, me contaron lo que había sucedido y que te tenían encerrada en la jaula. En ese momento quise matarte. De hecho iba a hacerlo. Me coloqué junto a ti con un cuchillo. Ni siquiera tu amiga, la rubia, estaba despierta todavía.
-¿Y qué te lo impidió?- digo casi deseando que me hubiera matado de verdad.
-Que llorabas. Te abrazabas a ti misma, temblando y llorando. No parabas de repetir que lo sentías, que no querías hacerlo, que no querías matarlo. Por eso sé que no eres una asesina y fui incapaz de hacerte daño.
Hundo mi cara entre las manos deseando desaparecer. Nadie jamás me odiaría tanto como yo me odio ahora. Nash, que no me conocía de nada, había tenido compasión de mí sabiendo que había acabado con la vida de su hermano. No merezco nada de eso.
No, no lo mereces querida” la voz cascada de la anciana rebota en mi mente y ni siquiera tengo fuerzas para enfurecerme.
-Lo siento, Nash- digo de todo corazón mirándolo con los ojos empañados.
-Bueno, volviendo a vuestros planes en Pryon- dice obviando mis disculpas-. No sé qué os proponéis y no voy a ayudaros puesto que ya hemos perdido demasiadas vidas. No obstante, tampoco voy a delataros. Sois libres. Quedaos a pasar la noche aquí y partid mañana.
-Gracias Nash.
-Eso sí, Lyx. No sé quién o qué eres pero intenta controlar tus poderes y no dejes que te maten. Ese honor solo podría ser mío, niña deslenguada.
El joven me dedica una sonrisa cansina aunque no forzada. Al menos ya no somos prisioneros.

Capítulo 51

Mientras Lyx y Nash hablan

Una figura femenina sale de entre la maleza sigilosamente. Se acomoda entre las sombras y observa. Solo hay un chico, de unos diecisiete años, custodiando a los prisioneros. Hay cinco camas de madera, más bien unas tablas verticales, de las cuales una está libre.
Reconoce al momento al sargento Blood y a Jake. Se preocupa un poco puesto que no ve por ningún lado a Lyx, ¿le habrá pasado algo? Espera que no. De momento tiene que centrarse en salvar a sus amigos.

-Si ese tipo le hace algo a Lyx está muerto- dice Jake.
-Cariño, deja de preocuparte, Lyx es fuerte. Además, deberías preocuparte más por mí y menos por ella. Yo te quiero más.
-Neldrey... creo que no es momento para ésto-contesta Jake.
-Nunca es el momento.

¿Quién es esa chica rubia? No sabe qué ha pasado en su ausencia pero cuando se separó de ellos, Jake estaba enamorado de Lyx. Mira al sargento; está muy serio, con los puños apretados y la mirada fija en la cabaña más alta. “Lyx debe de estar allí” piensa.

-Dejadlo. No es momento de discutir esas trivialidades.
-Cállate, Flair. Todo ésto es tu culpa.- Jake adopta un tono acusador bastante hiriente al decir eso.
-¿Perdón?
-Sabías que esta gente vivía en este bosque y no dijiste nada.
-Porque nunca atacan a nadie. Esta vez se habrán comportado así por lo que nos ha contado su líder, que hace dos meses fueron a La Capital y solo volvieron unos pocos. Estarán en guardia, como es normal, y al vernos se asustarían. Solo quieren sobrevivir.
-¿Por qué los defiendes?
-Porque yo también sé lo que se siente al ser un hijo rechazado, perseguido y odiado por su propio padre. Ahora, Jake, haz el favor de cerrar la boca de una maldita vez.

Tampoco sabe quién es ese chico de cabellos rizados y ojos oscuros pero, sin saber muy bien por qué puesto que ni lo conoce, siente una especie de conexión con él.

Déjate de tonterías, Rothian. En cuanto vea a Lyx salir de esa cabaña, ataco al chico que custodia a mis amigos y seguimos nuestro camino hacia La Capital” piensa la chica enmascarada.

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